Imágenes de fuego en las calles,....del pasado,
de muerte inesperada,....las cofradías, los tambores destructivos....
Capuchas negras, crema, lila, escondiendo las almas,
escondiendo los miedos,
desbordando la fe.....
......poder......inocencia.
Zaragoza se llena de marchas militares consagradas por Dios,
por el hombre, la cultura, la lengua y el bien....
La fe es última cena,
y latigazos con sangre.....
¡Dios, ...tanto dolor!
¿y donde quedamos los que nos crucificamos?,
nos entierran una corona de espinas que atraviesan el cuerpo,
....el amor.

Y los niños juegan porque están libres,
niños mirando las capuchas que revientan los tambores....
mujeres llorando tras los golpes de las cajas,
callando y riendo de amor ....de religión,
de tradiciones,
...de ellas.

Y los tambores entre las calles de la ciudad,
atravesando cada ladrillo de los edificios,
cada hueso de cada ser.....
piedras, ojos, metales y almas desconcertadas...
milagros de los proyectiles intactos de la guerra,
basílicas y trabajo de sangre.....mezclados,....eternos ante Dios!

Caminando por primera vez, es sentirse acorralado,
Cristo caminando a su sepultura de siglos,
todos los ojos entre las capuchas puntiagudas te observan sin ser así,
tantos ojos que los observan, y ellos solos...mirando entre los ojos,
y en cofradía retumbando tímpanos de pecadores,
para que deseen arder en las hogueras de la cordura...
en la plaza pública, .....dentro de los tambores con sus golpes,

Y Cristo muere una vez más para estar con nosotros,
que no se nos olvide que su muerte es nuestra muerte,
y su agonía nuestra tristeza, nuestra humanidad,
nuestra calma....
nuestros ritos y el clamor....
y el mal se va de nuestra clandestinidad,
hasta el corazón quiere jugar con los niños...